DEVOCIÓN AL SCJ


Fundamentos de la devoción al Sagrado Corazón de Jesús
Esta cuestión puede ser estudiada bajo tres aspectos: el histórico, el teológico y el científico.

Fundamentos históricos:
Al aprobar la devoción al Sagrado Corazón, la Iglesia no simplemente confió en las visiones de Santa Margarita María, sino que, haciendo abstracción de ellas, examinó el culto en sí mismo. Las visiones de Santa Margarita María podían ser falsas, pero ello no debía repercutir en la devoción, haciéndola menos digna o firme. Sin embargo, el hecho es que la devoción se propagó principalmente bajo la influencia del movimiento que se inició en Paray-le-Monial. Antes de su beatificación, las visiones de Santa Margarita María fueron críticamente examinadas por la Iglesia, cuyo juicio, en tales casos, aunque no es infalible, sí implica una certeza humana suficiente para garantizar las palabras y acciones que se sigan de él.

Fundamentos teológicos:
El Corazón de Jesús merece adoración, como lo hace todo lo que pertenece a su persona. Pero no la merecería si se le considerase como algo aislado o desvinculado de ésta. Definitivamente, al Corazón de Jesús no se le considera de ese modo, y Pío VI, en su bula de 1794, “Auctorem fidei”, defendió con su autoridad este aspecto de la devoción contra las calumnias jansenistas. Si bien el culto se rinde al Corazón de Jesús, va más allá del corazón de carne, para dirigirse al amor cuyo símbolo expresivo y vivo es el corazón. No se requiere justificar la devoción acerca de esto. Es la Persona de Jesús a quien se dirige, y esta Persona es inseparable de su divinidad. Jesús, la manifestación viviente de la bondad de Dios y de su amor paternal; Jesús, infinitamente amable y amante, visto desde la principal manifestación de su amor, es el objeto de la devoción al Sagrado Corazón, del mismo modo que lo es de toda la religión cristiana. La dificultad reside en la unión del corazón y el amor, y en la relación que la devoción supone que existe entre ambos. Pero, ¿no es esto un error que ya ha sido superado hace mucho?. Sólo queda por ver si la devoción, bajo este aspecto, está bien fundamentada.

Fundamentos filosóficos y científicos:
En este aspecto ha habido cierta falta de certeza entre los teólogos. No obviamente en lo tocante a la base del asunto, sino en lo que respecta a las explicaciones. En ocasiones ellos han hablado como si el corazón fuera el órgano del amor, aunque este punto no tiene relación con la devoción, para la cual basta que el corazón sea el símbolo del amor y sobre ello no cabe duda: sí hay una vinculación real entre el corazón y las emociones. Nadie niega el hecho de que el corazón es símbolo del amor y todos experimentamos que el corazón se convierte en una especie de eco de nuestros sentimientos. Un estudio de esta especie de resonancia sería muy interesante, pero no le hace falta a la devoción, ya que es un hecho atestiguado por la experiencia diaria; un hecho del cual la medicina puede dar razones y explicar las condiciones, pero que no es parte del presente estudio, ni su objeto requiere ser conocido por nosotros.

DEVOCIÓN:
1.- A partir del siglo XIII y hasta el XVI, la devoción se propagó, pero sin desarrollarse internamente. Era practicada en todas partes por almas escogidas, de lo que dan abundante testimonio las vidas de los santos y los anales de las diferentes congregaciones religiosas como franciscanos, dominicos, jesuitas, cartujos, etc.

2.- Empero, siempre fue una devoción individual de carácter místico.

3.- No había comenzado aún ningún movimiento generalizado, a menos que uno concibiera como tal la devoción a las Cinco Llagas entre las que la herida del Corazón figuraba prominentemente y a cuya propagación los franciscanos habían dedicado gran esfuerzo.

4.- Parece ser que fue en el siglo XVI que la devoción avanzó y pasó del dominio místico al de la ascesis cristiana. Se convirtió en una devoción objetiva, con oracionespreviamente formuladas y ejercicios especiales cuya práctica era muy recomendada a la par que su valor era apreciado. Esto lo sabemos gracias a los escritos de esos dos maestros de la vida espiritual, el piadoso Lanspergius (+1539), de los Cartujos de Colonia, y el devoto Lois de Blois (Blosius, 1566), unmonjebenedictino y abad de Liessies, en Hainaut. A ellos se pueden añadir San Juan de Ávila (+ 1569) ySan Francisco de Sales, éste último del siglo XVII.

5.- Desde entonces todo pareció ayudar al temprano nacimiento de la devoción. Los autores ascéticos hablan de ella, especialmente los de la Compañía de Jesús, Álvarez de Paz, Luis de la Puente, Saint-Jure y Nouet. Y no faltan tratados especializados, como la pequeña obra del Padre Druzbicki, “Meta Cordium, Cor Jesu”. Entre los místicos y almas piadosas que practicaron la devoción podemos contar a San Francisco de Borja,San Pedro Canisio, San Luis Gonzagay San Alfonso Rodríguez, de la Compañía de Jesús. Igualmente, a la Beata Marina de Escobar (+1633) en España; a las Venerables Magdalena de San José y Margarita del Santísimo Sacramento, ambas carmelitas, en Francia; Jeanne de San Mateo Deleloe (+1660), una benedictina, en Bélgica; la incomparable Armelle de Vannes (+1671). E incluso en ambientes jansenistas o mundanos, Marie de Valernod (+1654) y Angélique Arnauld; M. Boudon, archidiácono de Evreux, el Padre Huby, el apóstol de los retiros, en Bretaña y, sobre todos ellos, la Beata Marie de la Encarnación, quien falleció en Quebec en 1672. La Visitación parecía estar esperando a Santa Margarita María. Su espiritualidad, algunas intuiciones de San Francisco de Sales, las meditaciones de Mère l’Huillier (+1692), todo ello preparó el camino. La imagen del Corazón de Jesús estaba evidente en todas partes gracias, en gran manera, a la devoción franciscana a las Cinco Llagas y a la costumbre jesuita de colocar la imagen en la página de títulos de sus libros y en los muros de sus templos.

6.- A pesar de eso la devoción seguía siendo algo individual o, a lo mucho, privado. El hacerla pública, honrarla en el Oficio Divino y establecerle una fiesta estaba reservado a San Juan Eudes (1602-1680). El Padre Eudes fue, más que nada, el apóstol del Corazón de María, pero en su devoción por el Corazón Inmaculado había siempre una parte para el Corazón de Jesús. Poco a poco se fue separando la devoción por el Sagrado Corazón y el 31 de agosto de 1670 se celebró con gran solemnidad la primera fiesta del Sagrado Corazón en el Gran Seminario de Rennes. El 20 de octubre le siguió Coutances y desde entonces quedó unida a esa fecha la fiesta de los eudistas. De ahí pronto cundió la fiesta a otras diócesis e igualmente la devoción fue adoptada por varias comunidades religiosas. Y así llegó a estar en contacto con la devoción que ya existía en Paray, en donde las dos se fundieron naturalmente.

7.- Cristo escogió a Santa Margarita María de Alacoque(1647-1690), una humilde monja visitandina del monasterio de Paray-le-Monial, para revelarle los deseos de su Corazón y para confiarle la tarea de impartir nueva vida a la devoción. Nada indica que esta piadosa religiosa haya conocido la devoción antes de las revelaciones, o que, al menos, haya prestado alguna atención a ella. Estas revelaciones fueron muy numerosas y son notables las siguientes apariciones: la que ocurrió en la fiesta de San Juan, en la que Jesús permitió a Margarita María, como antes lo había hecho con Santa Gertrudis, recargar su cabeza sobre su Corazón, y luego le descubrió las maravillas de su Amor, diciéndole que deseaba que fueran conocidas por toda la humanidad y que los tesoros de su bondad fueran difundidos. Añadió que Él la había escogido a ella para esta obra (27 de diciembre, probablemente del 1673). En otra, probablemente distinta de la anterior, Él pidió ser honrado bajo la figura de su corazón de carne. En otra ocasión, apareció radiante de amor y pidió que se practicara una devoción de amor expiatorio: la comunión frecuente, la comunión cada primer viernes de mes, y la observancia de la Hora Santa (probablemente en junio o julio de 1674). En otra, conocida como la “gran aparición”, que tuvo lugar en la octava de Corpus Christi, 1675, probablemente el 16 de junio, fue cuando Jesús dijo: “Mira el Corazón que tanto ha amado a los hombres… en vez de gratitud, de gran parte de ellos yo no recibo sino ingratitud”. Y le pidió que se celebrase una fiesta de desagravio el viernes después de la octava de Corpus Christi, advirtiéndole que debía consultar con el Padre de la Colombière, por entonces superior de la pequeña casa jesuita en Paray. Finalmente, aquellas en las que el Rey solicitó solemne homenaje y determinó que fuera la Visitación y los jesuitas quienes se encargasen de propagar la nueva devoción. Pocos días después de la “gran aparición”, en junio de 1675, Margarita María informó de todo al Padre de la Colombière y este último, reconociendo la acción del [[Espíritu Santo]], se consagró él mismo al Sagrado Corazón, dio instrucciones a la visitandina para que pusiera por escrito los detalles de la aparición y utilizó cuanta oportunidad tuvo para discretamente circular ese relato en Francia e Inglaterra. A su muerte, el 15 de febrero de 1682, se encontró en su diario de retiros espirituales una copia manuscrita suya del relato que él había solicitado de Margarita María, con unas breves reflexiones acerca de la utilidad de la devoción. Ese diario, junto con el relato y un precioso “ofrecimiento” al Sagrado Corazón en el que se explica claramente la devoción, fue publicado en Lyón en 1684. El librito fue muy leído, aún en Paray, aunque no dejó de causar una “horrible confusión” a Margarita María, quien, a pesar de todo, decidió aprovecharlo para extender su preciada devoción. Se unieron al movimiento Moulins, con la Madre de Soudeilles, Dijon, con la Madre de Saumaise y la hermana Joly, Semur, con la Madre Greyfié y hasta Paray, que al principio se había resistido. Fuera de las Visitandinas, sacerdotes, religiosos y laicos abrazaron la causa. En especial un capuchino, los dos hermanos de Margarita María y algunos jesuitas, entre los que estaban los padres Croiset y Gallifet, quienes estaban destinados a desempeñar un papel importante en pro de la devoción.

8.- La muerte de Margarita María, el 17 de octubre de 1690, no asfixió el entusiasmo de quienes estaban interesados en la devoción. Todo lo contrario. La pequeña narración que hizo el Padre Croiset en 1691 de la vida de la santa, como un apéndice de su libro “De la devotion au Sacre Coeur”, sólo sirvió para aumentarlo. A pesar de todo tipo de obstáculos y de la lentitud de la Santa Sede, que en 1693 concedió indulgencias a las cofradías del Sagrado Corazón y que en 1697 otorgó a la Visitandinas licencia para celebrar la fiesta junto con la de las Cinco Llagas, pero que se negó a otorgar una fiesta común para toda la Iglesia, con Misa especial y oficio, la devoción se extendió, en particular entre las comunidades religiosas.] Quizás la primera ocasión para realizar una consagración solemne al Sagrado Corazón y un acto público de culto fuera de las comunidades religiosas la proporcionó la plaga de Marsella, en 1720. Otras ciudades del sur siguieron el ejemplo de Marsella y a partir de ahí la devoción se popularizó. En 1726 se consideró oportuno acudir de nuevo a Roma para solicitar una fiesta propia, pero en 1729, de nuevo, Roma se negó. Mas por fin, en 1765, finalmente cedió y ese mismo año, a petición de la Reina, la fiesta fue aceptada semi oficialmente por el episcopado francés. De todos los rincones del planeta llovieron las solicitudes a Roma, y a todas se dio respuesta afirmativa. Finalmente, gracias a las presiones de los obispos de Francia, el Papa Pío IX extendió la fiesta a la Iglesia Universal bajo la modalidad de rito doble mayor. En 1889 la Iglesia la elevó a rito doble de primera clase. En todos lados se realizaban actos de consagración y reparación junto con la devoción. En ocasiones, en especial después de 1850, grupos, congregaciones y hasta naciones enteras se han consagrado al Sagrado Corazón. En 1875 todo el mundo católico se consagró de esa manera. Aún así, el Papa aún no había decidido tomar la iniciativa o intervenir directamente. Eventualmente, el 11 de junio de 1899, por orden de León XIII, y con una fórmula prescrita por él, toda la humanidad fue solemnemente consagrada al Sagrado Corazón. La idea de llevar a cabo esa acción, que León XIII calificó como “el gran acontecimiento” de su pontificado, le había sido sugerida por una religiosa del Buen Pastor, de Oporto (Portugal), quien afirmó que ella lo había recibido directamente de Cristo. Ella, quien era miembro de la familia Drost-zu-Vischering, y cuyo nombre de religión era María del Divino Corazón, murió en la fiesta del Sagrado Corazón, dos días antes de la consagración, que había sido pospuesta hasta el siguiente domingo.
(Nota del traductor: S.S. León XIII promulgó, el 25 de mayo de 1899, la encíclica “Annum Sacrum”, en la que recomienda la práctica de la devoción al Sagrado Corazón, y algunos de sus sucesores hicieron lo propio, en especial Pío XI, en su encíclica “Miserentissimus Redemptor”, del 8 mayo de 1928, y Pío XII, en sus encíclicas “Summi Pontificatus”, del 20 de octubre de 1939, “Mystici Corporis”, del 29 de junio de 1943 y “Haurietis Aquas”, del 15 de mayo de 1956. Esta última contiene una exposición integral del culto y la devoción al Sagrado Corazón y debe convertirse en lectura indispensable para quien desee conocer a fondo la posición pontificia al respecto. El Concilio Vaticano II, 1962-1965, hace referencia al Corazón de Cristo en varios documentos. Finalmente, el Papa Juan Pablo II incluyó el tema como parte del Catecismo de la Iglesia Católica, en 1992).

Al hacer mención de esas grandes manifestaciones públicas no debemos olvidar hacer también alusión a la vida íntima de la devoción en las almas, a las prácticas que la acompañan, a las obras y asociaciones de las que es el alma. Tampoco debemos pasar por alto el carácter social que ha asumido en años recientes. Los católicos franceses, en forma especial, se aferran a esa devoción como a una de sus mayores esperanzas de ennoblecimiento y salvación.


MENSAJE DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Primera revelación (1673)
Él la hace reposar en su divino pecho, donde le descubre las maravillas de su amor y los secretos de su Corazón. “Mi divino corazón, le dice, esta tan apasionado de amor a los hombres, que pudiendo contener en el las llamas de su ardiente caridad, es menester que las derrame valiéndose de ti, y se manifieste a ellos para enriquecerlos con los preciosos dones”.
Jesús le pide en seguida su corazón, el cual ella le rogó que tomara. Y lo hizo poniéndolo en su corazón donde se lo enseñó como un pequeño átomo que se consumía en aquella ardiente hoguera. El corazón de Santa Margarita se convierte al contacto con el Corazón de Jesús, en llama encendida, llama que viene del corazón de Jesús. Jesús se lo saca y se lo vuelve a poner en el pecho de la Santa, como una llama ardiente en forma de corazón. Esta llama nunca se consumirá.

Segunda revelación (1674)
El Divino corazón se le presento en un trono de llamas, más esplendoroso que el sol (luz), y transparente como el cristal (pureza), con la llaga adorable, rodeado de espinas significando las punzadas producidas por nuestros pecados, y una cruz en su parte superior. El deseo del Señor se va precisando en el corazón de Santa Margarita: la devoción a Su Corazón es como el último esfuerzo de su amor para abrazar el frío mundo, la frialdad del corazón del hombre.

Tercera revelación (1674)
“Jesucristo mi amado dueño se presento delante de mi todo resplandeciente de gloria, con sus cinco llagas brillantes como cinco soles, y despidiendo de su sagrada Humanidad rayos de luz por todas partes, pero sobre todo de su Adorable Corazón, que parecía un horno encendido y vivo manantial de tales llamas.

Cuarta revelación (1675)
Nuestro Señor le descubre su Divino Corazón y le dice: “He aquí el Corazón que ha amado tanto a los hombres, y que nada ha escatimado hasta agotarse y consumirse para demostrarles su amor y en reconocimiento no recibo de la mayor parte sino ingratitud, ya por sus irreverencias y sus sacrilegios, ya por su frialdad y desprecio con que me tratan en este Sacramento de Amor. Pero lo que me es aún mucho más sensible es que son corazones que me están consagrados los que así me tratan… Mi corazón se dilata para derramar con abundancia las influencias de su divino amor”.
“Reconoce, pues que nada puedes sin Mí; Yo no dejaré nunca de socorrerte, con tal que tengas siempre tu nada y tu debilidad abismadas en mi fortaleza.”
“Déjame hacer cada cosa a su tiempo, pues quiero que seas ahora el entretenimiento de mi amor, el cual desea divertirse contigo a su placer, como hacen los niños con sus muñecos. Es menester que te abandones así sin otras miras ni resistencia alguna, dejándome hallar mi contento a tus expensas; pero nada perderás en ello.”
“Está siempre pronta y dispuesta a recibirme, porque quiero en adelante hacer en ti mi morada, para conversar y entretenerme contigo.”
“Sabes que soy un Maestro santo, y enseño la santidad. Soy puro y no puedo sufrir la más pequeña mancha. Por lo tanto, es preciso que andes en mi presencia con simplicidad de corazón e intención pura. Pues no puedo sufrir el menor desvío, y te daré a conocer que si el exceso de mi amor me ha movido a ser tu Maestro para enseñarte y formarte en mi manera y según mis designios, no puedo soportar las almas tibias y cobardes, y que, si soy manso para sufrir tus flaquezas, no seré menos severo y exacto en corregir tus infidelidades.”

“¿Por qué te atormentas? Haz lo que está en tu poder, y Yo supliré lo demás que te falte. Pues nada pido tanto en este Sacramento, como un corazón contrito y humillado que con voluntad sincera de no desagradarme más, se acuse sin doblez. Entonces perdono sin tardanza, y se sigue de ahí una perfecta enmienda”.

SANTA MARGARITA ALACOQUE
Santa Margarita María nació el 25 de julio de 1647, en Janots, Borgoña. Fue la quinta de 7 hijos de un notario acomodado.
A los cuatro años Margarita hizo una promesa al Señor. Sintiéndose inspirada rezó: “O Dios Mío, os consagro mi pureza y hago voto de perpetua castidad.”  Aunque ella misma confesó más tarde que no entendía lo que significaba las palabras “voto” o “castidad.”
Cuando tenía 8 años, murió su padre. Ingresaron a la niña en la escuela de las Clarisas Pobres de Charolles. Desde el primer momento, se sintió atraída por la vida de las religiosas en quienes la piedad de Margarita produjo tan buena impresión, que le permitieron hacer la Primera Comunión a los 9 años, lo cual no se acostumbraba en aquella época. Dos años después, Margarita contrajo una dolorosa enfermedad reumática que la obligó a guardar cama hasta los 15 años. Por este motivo tuvo que regresar a su casa.

Hija de la Virgen María
 Ya de regreso, Margarita, que estaba muy enferma, y sin tener un remedio seguro, buscó alivio en la Virgen Santísima. Le hizo una promesa de que si Ella le devolvía la salud se haría una de sus hijas. Apenas hizo la promesa, recobró la salud. Dice Sta. Margarita: “Recibí la salud, y una nueva protección de esta Señora la cual se declaró dueña de mi Corazón, que mirándome como suya, me gobernaba como consagrada a Ella, me reprendía mis faltas y me enseñaba a hacer la voluntad de Dios.”
Además de la salud, esta promesa logró en Margarita un profundo sentido de unión con la Virgen, quién, desde ese momento, empezó a dirigir toda su vida. Pero no sin dificultades. “Apenas comencé a gozar de plena salud”, recordará más tarde Margarita, ” me fui tras la vanidad y afecto de las criaturas, halagándome que la condescendiente ternura que por mi sentían mi madre y mis hermanos me dejara en libertad para algunas ligeras diversiones y para consagrar a ellas todo el tiempo que deseara…”
La Virgen la reprende severamente cuando la veía dispuesta a sucumbir en la terrible lucha que sostenía en su interior. Estando en una ocasión rezando el rosario sentada, se le presentó la Virgen ante ella y le dijo “Hija mía, me admiro de que me sirvas con tanta negligencia.” Y causaron tal impresión estas palabras en la vida de Margarita, que le sirvieron de aviso para toda su vida.
Pero la Virgen es también ternura y consuelo. Un día le dijo a Margarita: “Nada temas; tú serás mi verdadera hija, y yo seré siempre tu buena Madre.
Santa Margarita María hizo voto a la Virgen de ayunar todos los sábados y de rezar el oficio de su Inmaculada Concepción. Viendo su deseo de radical entrega, La Stma. Virgen le ayuda a alcanzar su meta.

El Santísimo Sacramento
Las cosas en la casa de Margarita no iban muy bien. Desde la muerte de su padre, se había instalado en su casa dos parientes y una de las hermanas de su papá, quienes habían relegado a segundo término a la mamá de Margarita y habían tomado en sus manos el gobierno de la casa. Y así no tenían autoridad alguna, ni Margarita ni su mamá en la casa. Era una guerra continua ya que todo estaba bajo llave, de tal modo, que ellas no podían hacer nada sin el permiso de sus parientes.
Margarita entonces empezó a dirigir todos sus afectos, su dicha y su consolación en el Santísimo Sacramento del altar. Pero ni siquiera esto le fue posible libremente, ya que la Iglesia de su pueblo quedaba a gran distancia y Margarita no podía salir de la casa sin el permiso de sus familiares.  En repetidas ocasiones un familiar le daba permiso y otro se lo negaba.
Pero si Margarita sufría por su situación, era más todavía el sufrimiento que le causaba al ver la condición de su madre. Ella, enferma con una erisipela en su cabeza que le producía una hinchazón e inflamación muy peligrosas, se veía continuamente cerca de la muerte. Y por cuanto más rogaba Margarita a sus parientes para que ayudasen a su mamá, ellos, sin mucho interés, buscaron tan solo un cirujano que la vio una sola vez. Este después de hacerla sangrar por un rato, les dijo a todos que solo un milagro podría salvar a la mamá de Margarita. Viendo el descuido hacia su madre en medio de su estado crítico, Margarita, en su angustia, acudió al mismo Señor. Y en oración le pidió que El mismo fuese el remedio para su pobre madre y que le enseñase a ella, qué tenía que hacer.
Pronto se haría imperiosa la necesidad de esa fortaleza especial que pedía. En cuanto regresó a la casa, encontró que estaba reventada la mejilla de su mamá con una llaga casi tan ancha como la palma de una mano, y de ella salía un hedor insoportable. Venciendo su natural repugnancia a las heridas, Margarita curaba todos los días la llaga de su mamá, teniendo varias veces que cortar mucha de su carne podrida. Durante todo el tiempo de la enfermedad, Margarita apenas dormía y comía muy escasamente. Pero no dejaba de dirigirse al Señor y le decía con frecuencia, “Mi Soberano Maestro, si Vos no lo quisieras, no sucedería esto, pero os doy gracias de haberlo permitido para hacerme semejante a Vos.”
Y así iba creciendo en Margarita un gran amor a la oración y al Santísimo Sacramento. Ella se lamentaba, pues sentía que no sabía cómo orar, y fue el mismo Señor quien le enseñaba. El la movía a arrodillarse ante El y pedirle perdón por todas sus ofensas y después de adorarlo, era el mismo Señor quien se le presentaba en El misterio que Él quería que ella meditase. Y consumido en El, crecía en ella el deseo de solo amarlo cada vez más.
Cuando su madre y sus parientes empezaron a hablarle de matrimonio, la joven Margarita no podía sino sentir temor, pues no quería en nada ir en contra de aquel voto de entrega exclusiva a Dios que una vez había pronunciado. Pero era grande la presión ya que no le faltaban pretendientes que querían empujarle a perder su castidad. Por otro lado, su madre le insistía. Llorando ella le decía a Margarita que no tenía más esperanzas para salir de la miseria en que se hallaban más que en el matrimonio de Margarita, teniendo el consuelo de poder retirarse con ella tan pronto como estuviera colocada en el mundo. Todo esto fue muy duro para Margarita, quien sufría horriblemente. El demonio la tentaba continuamente, diciéndole que si ella se hacía religiosa, esta pena mataría a su mamá. Mas por otra parte la llamada de Margarita a ser religiosa y el horror a la impureza no cesaban de influenciarle y tenía, por gracia de Dios, continuamente delante de sus ojos, su voto, al que sentía que si llegase a faltar, sería castigada con horribles tormentos.
Pero, la ternura hacia su madre comenzó a sobreponerse con la idea de que, siendo aún niña cuando hizo el voto, y no comprendiendo lo que era, bien podría obtener dispensas. Comenzó pues Margarita a mirar al mundo y a arreglarse para ser del agrado de los que la buscaban. Procuraba divertirse lo más que podía. Pero durante todo el tiempo en que estaba en estos juegos y pasatiempos, continuamente el Señor la llamaba a su Corazón. Cuando por fin ella se apartaba un poco para recogerse, el Señor le hacía severas reprensiones ante las cuales sufría horriblemente. Dice Sta. Margarita: “Me lanzaba Jesús flechas tan ardientes, que traspasaban mi corazón y lo consumían dejándome como transida de dolor. Pasando esto, volvía a mis resistencias y vanidades”
En una ocasión Jesús le dijo: “Te he elegido por esposa y nos prometimos fidelidad cuando hiciste el voto de castidad. Soy yo quien te motivo a hacerlo, antes de que el mundo tuviera parte en tu corazón… Y después te confié al cuidado de mi Santa Madre, para que te formase según mis designios.
Finalmente el Divino Maestro se le aparece todo desfigurado, cual estaba en Su flagelación y le dice: “¿Y bien querrás gozar de este placer?- Yo no gocé jamás de ninguno, y me entregué a todo género de amarguras por tu amor y por ganar tu corazón- ¿Querrás ahora disputármelo?”. Comprendió ella que era su vanidad la que había reducido al Señor a tal estado.  Que estaba ella perdiendo un tiempo tan precioso, del cual se le perdería una cuenta rigurosa a la hora de su muerte. Y con esta gracia extraordinaria, revivió en ella el deseo de la vida religiosa con tal ardor, que resolvió abrazarla a costa de cualquier sacrificio, aunque pasarían cinco años antes de poder realizarlo.

INGRESO EN EL CONVENTO DE LA VISITACIÓN
Cuando sus parientes por fin se dieron cuenta de la firmeza de Margarita, la enviaron a la casa de unos de sus tíos que tenían una hija religiosa de la Orden de las Ursulinas. Pero Margarita no sentía que era ahí donde el Señor la quería y además sentía en su corazón una voz que le decía, “No es ahí donde te quiero, sino en Santa María.” Una vez, viendo ella un cuadro de San Francisco de Sales, le pareció que le dirigía una mirada tan paternalmente amorosa, llamándola a ser su hija. Sintió que debía ella ser de la orden que este santo había fundado junto con Santa Juana de Chantal: las Visitandinas. Además, sentía mucha atracción hacia esta orden porque llevaba el nombre de María Santísima: Las Visitantinas, en honor al misterio de la Visitación.

Después de mucha dificultades en convencer a sus parientes de que ella quería entrar en el convento de la Visitación, por fin logró Margarita lo que tanto deseaba, y eligió a Paray. En cuanto entró al locutorio del convento de Paray, oyó en su corazón un voz: “Aquí es donde te quiero.” Su hermano le regaló la dote y Margarita ingresó en el Convento de la Visitación de Paray-le-Monial el 20 de junio de 1671.
Transcurridos dos meses de postulantado, tomó el santo hábito el 25 de agosto de 1671. Dijo entonces: “Mi divino Maestro me dio a entender que estábamos en días de nuestros desposorios, los cuales le daban un nuevo imperio sobre mí; en seguida me dio a conocer que, a imitación de los amantes apasionados, no me daría a gustar, durante este tiempo, sino lo que había de más dulce en la suavidad de las caricias de su amor”.
La joven novicia se mostró humilde, obediente, sencilla y franca en el noviciado. Según el testimonio de una de sus connovicias, edificó a toda la comunidad “por su caridad para con sus hermanas, a las que jamás dijo una sola palabra que pudiese molestarles, y por la paciencia con que soportó las duras reprimendas y humillaciones a las que fue sometida con frecuencia”. En efecto, el noviciado de la santa no fue fácil. Por ejemplo, por más que le pidiese su superiora, le era imposible a Margarita practicar la meditación discursiva. Ella cuenta, “Por más esfuerzos que hacía yo por practicar el método que me enseñaban, acababa siempre por volver al método de mi Divino Maestro, aunque no quisiese.” Este le causaba mucho dolor ya que su mayor deseo era de obedecer a su Superiora.
También hubo otra situación que fue causa de gran abnegación para Margarita. Se trata de una natural repugnancia que tenía toda la familia de Margarita hacia el queso. Era tanta la aversión que tenían al queso, que el hermano de Margarita le pidió expresamente a las hermanas que no le obligasen a Margarita jamás el tener que comerlo. Pero ya en el convento, se dio todo lo opuesto. Margarita, por obediencia tenía que comer queso. Al principio no podía por las nauseas que le daban y salía corriendo. Pero le suplicaba a su Señor que le ayudase ya que ella no quería ser diferente de las demás en nada. Con gran esfuerzo de su parte, Margarita logró comer queso. Cosa que ofreció como sacrificio por más de diez años.
Otra dificultad para Margarita fue el hecho de su propia vida tan sobrenatural. Pues sus superiores le indicaban que esas formas de espiritualidad no iban con el espíritu de la Visitación. Miraban con recelo sus experiencias como sujetas a la ilusión y al engaño. Y así dudaban sus superioras el permitir que Margarita hiciese sus votos de profesión y le mandaron que le pidiese al Señor que la hiciese útil a la santa religión por la práctica exacta de todas las observancias. Esto Margarita lo llevó al Señor y él le respondió:
“Di a tu Superiora que te haré más útil a la religión de lo que ella piensa; pero de una manera que aún no es conocida sino por Mi. Y en adelante adaptaré mis gracias al espíritu de la regla, a la voluntad de tus superioras y a tu debilidad, de suerte que has de tener por sospechoso cuanto te separe de la práctica exacta de la regla, la cual quiero que prefieras a todo. Además, me contento de que antepongas a la mía, la voluntad de tus superiores, cuando te prohíben ejecutar lo que te hubiere mandado. Déjales hacer cuanto quisieren de ti: Yo sabré hallar el medio de cumplir mis designios, aun por vías que parezcan opuestas y contrarias. No me reservo sino el dirigir tu interior y especialmente tu corazón, pues habiendo establecido en él, el imperio de mi puro amor, jamás le cederé a ningún otro”.
El Señor no enseñó que la voluntad divina se pueda relegar a favor de la autoridad humana.  Mas bien el Señor enseñó a Margarita que la obediencia a sus superioras es, en efecto, el medio más seguro para acatar Su divina voluntad. Ya que aun siendo sus superioras limitadas,  la obediencia lograría que la voluntad divina triunfe a pesar de todo.  El Señor promete que si ella obedece a sus superioras… “yo sabré hallar el medio de cumplir mis designios”
La Madre Superiora quedó contenta con la respuesta del Señor recibida por Margarita y a esta se le abren las puertas para hacer su voto de profesión el 6 de noviembre, de 1672. El Señor por su parte cumplió plenamente su promesa, pues Él se encargó de trabajar fuertemente en purificar y transformar su corazón en un corazón semejante al suyo.
El sacerdote al celebrar su profesión dijo: “Jesucristo te iluminará. Ve delante por las sendas del justo, como la aurora resplandeciente…!”
Escribió Santa Margarita ese día por la tarde: “Yo vil y miserable criatura, prometo a mi Dios someterme y sacrificarme a todo lo que pida de mí; inmolando mi corazón al cumplimiento de todo lo que sea de su agrado, sin reserva de otro interés más que de su mayor Gloria y puro amor, al cual consagro y entrego todo mi ser y todos mis momentos.

TRES ARMAS PARA LA LUCHA
Margarita recibió del Señor tres armas necesarias en la lucha que debía emprender para lograr la purificación y transformación.

La primera arma:
Una conciencia delicada y un profundo odio y dolor ante la más pequeña falta.
Una vez le dijo el Señor cuando había Margarita cometido una falta:
“Sabed que soy un Maestro santo, y enseño la santidad. Soy puro, y no puedo sufrir la más pequeña mancha. Por lo tanto, es preciso que andes en mi presencia con simplicidad de corazón en intención recta y pura. Pues no puedo sufrir el menor desvío, y te daré a conocer que si el exceso de mi amor me ha movido a ser tu Maestro para enseñarte y formarte en mi manera y según mis designios, no puedo soportar las almas tibias y cobardes, y que si soy manso para sufrir tus flaquezas, no seré menos severo y exacto en corregir tus infidelidades.”
Y así confiesa Margarita que nada era más doloroso para ella que ver a Jesús incomodado contra ella, aunque fuese de forma muy poca. Y en comparación a este dolor, nada le parecía los demás dolores, correcciones y mortificaciones y por tanto, acudía inmediatamente a pedir penitencia a su superiora cuando cometía una falta, pues sabía que Jesús solo se contentaba con las penitencias impuestas por la obediencia.
Esta arma se fundamenta en su gran deseo de amar.

La segunda arma: La santa obediencia.
Lo que más severamente le reprendía Jesús a Margarita eran sus faltas en la obediencia, ya sea a sus superiores o a su regla. La menor réplica a los superiores con señales de incomodidad o repugnancia le es insoportable al Señor en un alma religiosa. Una vez corrigiéndola le decía:
“Te engañas creyendo que puedes agradarme con esa clase de acciones y mortificaciones en las cuales la voluntad propia, hecha ya su elección, más bien que someterse, consigue doblegar la voluntad de las superioras. ¡Oh! yo rechazo todo eso como fruto corrompido por el propio querer, el cual en un alma religiosa me causa horror, y me gustaría más verla gozando de todas sus pequeñas comodidades por obediencia, que martirizándose con austeridades y ayunos por voluntad propia.”

La tercera arma: Su Santa Cruz. 
La Cruz es el más precioso de todos sus regalos. Un día después que ella recibió la comunión, se hizo presente ante los ojos de ella una gran cruz, cuya extremidad no podía ver; estaba la cruz toda cubierta de flores. Y el Señor le dijo:
“He ahí el lecho de mis castas esposas, donde te haré gustar las delicias de mi amor; poco a poco irán cayendo esas flores, y solo te quedarán las espinas, ocultas ahora a causa de tu flaqueza, las cuales te harán sentir tan vivamente sus punzadas, que tendrás necesidad de toda la fuerza de mi amor para soportar el sufrimiento.”
Era de esta forma intensa y purificadora que el Señor obraba sus designios en el corazón de Margarita. El, para desatar cada vez más de su alma el afecto a las cosas de esta tierra y sobre todo a sí misma, quiso permitir que viniesen sobre ella continuas humillaciones y desprecios. Pero no dejaba por ello el Señor de suplirle todas la gracias necesarias.
En otra ocasión le dijo el Señor: “Has de querer como si no quisieras, debiendo ser tus delicias agradarme a mí. No debes buscar nada fuera de mí pues de lo contrario injuriarías a mi poder y me ofenderías gravemente, ya que yo quiero ser solo todo para ti.”
Al día siguiente de su profesión destinaron a Margarita a la enfermería, como auxiliar de la enfermera, Sor Catalina Marest, excelente religiosa, aunque de temperamento activo, diligente y eficiente. Margarita en cambio era callada, lenta y juiciosa. Recordándose ella después de su paso por la enfermería, escribía: “Solo Dios sabe lo que tuve que sufrir allí.” Y no eran exageradas sus palabras pues había recibido un sin número de insultos y desengaños durante ese tiempo.
Jesús le comunicó una parte de sus terribles angustias en Getsemaní y la quiere víctima inmolada. Ella le dice a Jesús: “Nada quiero sino tu Amor y tu Cruz, y esto me basta para ser Buena Religiosa, que es lo que deseo.”

AGUDAS PRUEBAS
Después de la aparición, Margarita sintiéndose que estaba ella fuera de sí, y no sabiendo donde estaba, le faltaron las fuerzas y cayó desmayada. Sus hermanas, viéndola en tal aspecto, la levantaron y la cargaron donde la Madre Superiora. Ella viendo que Margarita no podía hablar, ni aun sostenerse, arrodillada ante sus pies, la mortificó y la humilló con todas sus fuerzas. Y cuando Margarita le respondió a su pregunta de lo sucedido, contándole todo cuanto había pasado, recargó sobre ella nuevas humillaciones y no le concedió nada de cuanto decía que el Señor le mandaba hacer, más bien lo acogió con despreció.
El fuego que devoraba a Margarita por dentro a causa de las revelaciones, le ocasionó una fiebre continua. Ante esta misteriosa enfermedad, la Madre Superiora no podía sino sentir miedo y por tanto le dijo a Margarita: “Pida a Dios su curación, de esta forma sabré si todo viene del Espíritu del Señor.”
Margarita, obedeciendo a esta orden, le expuso todo cuanto le pedía su Superiora al Señor, el cual no tardó en recobrarle por completo su salud por las manos de la Virgen Santísima. Y así consiguió Margarita el poder cumplir lo que Dios le pedía.
Pero viendo la Madre Superiora que continuaban las visiones, y no sabiendo que más hacer para asegurarse de su veracidad, decide consultar a los teólogos. Ella creyó que debía obligarla a romper el profundo silencio que hasta entonces había observado, con el fin de hablar del asunto con personas de doctrina. Compareció pues Margarita ante estos personajes, y haciéndose gran violencia para sobrepasar su extremada timidez, les contó todo lo sucedido. Más Dios permitió que algunos de los consultados no conocieran la verdad de las revelaciones. Condenaron el gran atractivo que tenía Margarita por la oración y la tildaron de visionaria, prohibiéndole detenerse en sus inspiraciones. Hasta uno de ellos llegó a aconsejar: “procuren que esta hija se alimente bastante y todo irá mejor.”
“Se me empezó a decir,” cuenta Margarita, “que el diablo era el autor de cuanto sucedía en mí, y que me perdería si no ponía muy en guardia en contra de sus engaños e ilusiones.”
Para Margarita esto fue motivo de gran sufrimiento. No por razón del rechazo o porque pensaban mal de ella, sino por el conflicto interno que le causaba.  Llegó a pensar que ella estaba en el error pero por más que trataba de resistir las atracciones de Dios no lo lograba. Se sentía profundamente abandonada, puesto que se le aseguraba que no la guiaba el Espíritu de Dios, y sin embargo, no lo podía resistir.
Cada vez era mayor la oposición aun dentro del convento contra Margarita. Había significativos movimientos de cabeza, miradas reprobatorias y muecas. Algunas pensaban que una visionaria venía a ser como la personificación de todo un escuadrón de demonios, un peligro evidente y una gran amenaza para todas. Llegó hasta tal punto que las hermanas empezaban a rociarla con agua bendita cuando pasaba.

TRIUNFO
El Señor le había prometido a Margarita que su obra triunfaría a pesar de todos los obstáculos. Esta promesa empezó a cumplirse cuando, a primeros días de febrero de 1675, le envío al jesuita Padre Claudio Colombiere. En cuanto este santo sacerdote habló con Margarita, pudo ver su santidad y creyó en sus revelaciones, lo cual comunicó inmediatamente a la Madre Superiora. Ante el juicio del Padre Claudio, quién era reconocido por su sabiduría y santidad, la Madre Superiora pudo por fin descansar y le ordenó a Margarita que le contase todo al Padre Colombiere.

SU MUERTE
En la tarde del 17 de octubre del 1690, habiendo Margarita previamente indicado esta fecha como el día de su muerte, encomendó su alma a su Señor, quien ella había amado con todo su corazón. Muere entre 7 y 8PM. Tenía 43 años de edad y 18 años de profesión religiosa.
Pasaron solamente tres años después de su muerte cuando el Papa Inocencio XIII empezó un movimiento que abriría las puertas a esta devoción. Proclamó una bula papal dando indulgencias a todos los monasterios Visitantinos, que resultó en la institución de la fiesta del Sagrado Corazón en la mayoría de los conventos. En 1765, el Papa Clemente XIII introdujo la fiesta en Roma, y en 1856 el Papa Pío IX extendió la fiesta del Sagrado Corazón a toda la Iglesia. Finalmente, en 1920, Margarita fue elevada a los altares por el Papa Benedicto XV.

Sus tres ardientes deseos
Sus grandes deseos fueron siempre:
-Deseo de amar a Dios y recibir la santa Comunión -Deseo de padecer. A consecuencia del deseo de amar, quería dar su vida puesto que no tenía nada más que dar. -Deseo de morir, así podría unirse con su gran Amor. Pero se conformaba con vivir hasta el día del Juicio, si esto era la voluntad de Dios, esta separación le dolía más que mil muertes.
Siempre iba junto al amor de Dios la más tierna caridad con el prójimo y más con sus hermanas de religión.

Sus amigas, las almas del Purgatorio.
Trataba a las almas del Purgatorio como sus queridas amigas. Su divino Dueño les había hecho donación de su sierva durante el año 1683. Debía hacerlo y sufrirlo todo por su rescate. Sta. Margarita participaba de los sufrimientos de aquellas almas, se compadecía amargamente, oraba y practicaba duras penitencias para conseguir su liberación. Un día, sentada ante Jesús Sacramentado, de repente se le presenta una persona rodeada de llamas por todas partes. Es el alma de un religioso benedictino que la había confesado una vez en Paray. Le suplica que aplique por espacio de tres meses los méritos de todas sus obras y oraciones por su entrada al cielo. Le explicó: “Sufro tan terriblemente por el demasiado apego que tuve a mi reputación, mi poca caridad, algunas veces con mis hermanos y alguna torcida intención en mis prácticas de devoción y en mis relaciones con las criaturas. Margarita promete su cooperación. Durante estos tres meses permanece aquella alma cerca de su víctima voluntaria y la hace participar de los efectos del fuego purificador.
El dolor intensísimo lo hace llorar casi continuamente. Al cabo de los tres meses convenidos, se le aparece de nuevo a Margarita resplandeciente de gloria y ella le ve subir al cielo. Él le da las gracias y promete ser su protector delante de Dios.

PROMESAS
Estas son las doce promesas que recibió Santa Margarita de Alaquoque del mismo Señor Jesucristo:

1. Les daré todas las gracias necesarias en su estado de vida.
2. Estableceré la paz en sus hogares.
3. Los consolaré en todas sus aflicciones.
4. Seré su refugio en su vida y sobre todo en la muerte.
5. Bendeciré grandemente todas sus empresas.
6. Los pecadores encontrarán en Mi Corazón la fuente y el océano infinito de misericordia.
7. Las almas tibias crecerán en fervor.
8. Las almas fervorosas alcanzarán mayor perfección.
9. Bendeciré el hogar o sitio donde esté expuesto Mi Corazón y sea honrado.
10. Daré a los sacerdotes el don de tocar a los corazones más empedernidos.
11. Los que propaguen esta devoción, tendrán sus nombres escritos en Mi Corazón, y de El, nunca serán borrados.
12. Nueve primeros viernes: Yo les prometo, en el exceso de la infinita misericordia de mi Corazón, que Mi amor todopoderoso le concederá a todos aquellos que comulguen nueve primeros viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia final; no morirán, en desgracia ni sin recibir los sacramentos; Mi divino Corazón será su refugio seguro en este último momento.

NOVENA
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Acto de contrición
¡Señor mío, Jesucristo! Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, Bondad infinita,  y porque os amo sobre todas las cosas,  me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta.  Amén.

Oración preparatoria
¡Oh Corazón divinísimo de mi amado Jesús, en quien la Santísima Trinidad depositó tesoros inmensos de celestiales gracias! Concededme un corazón semejante a vos mismo, y la gracia que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, vuestro sagrado culto y bien de mi alma. Amén.

DÍA PRIMERO:
Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. ¡Oh Corazón sacratísimo y melifluo de Jesús, que, con ferventísimos deseos y ardentísimo amor, deseáis corregir y desterrar la sequedad y tibieza de nuestros corazones! Inflamad y consumid las maldades e imperfecciones del mío, para que se abrase en vuestro amor; dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amantísimo Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma.
Tres Padrenuestros, tres Avemarías, en reverencia de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque. Oraciones finales.

DÍA SEGUNDO:
Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. ¡Oh Corazón amabilísimo de Jesús, celestial puerta por donde nos llegamos a Dios y Dios viene a nosotros! Dignaos estar patente a nuestros deseos y amorosos suspiros, para que, entrando por vos a vuestro Eterno Padre, recibamos sus celestiales bendiciones y copiosas gracias para amaros. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, sí es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales.

DÍA TERCERO:
Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. ¡Oh Corazón Santísimo de Jesús, camino para la mansión eterna y fuente de aguas vivas! Concededme que siga vuestras sendas rectísimas para la perfección y para el cielo, y que beba de vos el agua dulce y saludable de la verdadera virtud y devoción, que apaga la sed de todas las cosas temporales. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales.

DÍA CUARTO:
Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. ¡Oh Corazón purísimo de Jesús, espejo cristalino en quien resplandece toda la perfección! Concededme que yo pueda contemplaros perfectamente, para que aspire a formar mi corazón a vuestra semejanza, en la oración, en la acción y en todos mis pensamientos, palabras y obras. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales.

DÍA QUINTO:
Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús, órgano de la Trinidad venerada, por quien se perfeccionan todas nuestras obras! Yo os ofrezco las mías, aunque tan imperfectas, para que supliendo vos mi negligencia, puedan aparecer muy perfectas y agradables ante el divino acatamiento. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales.

DÍA SEXTO:
Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. ¡Oh Corazón amplísimo de Jesús, templo sagrado donde me mandáis habite con toda mi alma, potencias y sentidos! Gracias os doy por la inexplicable quietud. sosiego y gozo que yo he hallado en este templo hermoso de la paz, donde descansaré gustoso eternamente. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales.

DÍA SÉPTIMO:
Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. ¡Oh Corazón clementísimo de Jesús!, divino propiciatorio, por el cual ofreció el Eterno Padre que oiría siempre nuestras oraciones, diciendo: “Pídeme por el Corazón de mi amantísimo Hijo Jesús; por este Corazón te oiré, y alcanzarás cuanto me pides”. Presento sobre vos a vuestro Eterno Padre todas mis peticiones, para conseguir el fruto que deseo. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales.

DÍA OCTAVO:
Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. ¡Oh Corazón amantísimo de Jesús, trono ígneo y lucidísimo, inflamado en el amor de los hombres, a quienes deseáis abrasados mutuamente en vuestro amor! Yo deseo vivir siempre respirando llamas de amor divino en que me abrase, y con que encienda a todo el mundo, para que os corresponda amante y obsequioso. Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, ¡oh amante Corazón!, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén. Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales.

DÍA NOVENO:
Acto de contrición y oración preparatoria.
Oración. ¡Oh Corazón dolorosísimo de Jesús, que para ablandar nuestra dureza y hacer más patente el amor con que padecisteis tantos dolores y penas para salvarnos, los quisisteis representar en la cruz, corona de espinas y herida de la lanza, con que os manifestasteis paciente y amante al mismo tiempo! Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra vos, correspondiendo agradecido a vuestro amor, y la que os pido en esta novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarías. Oraciones finales.

ORACIONES FINALES
Al Padre eterno. ¡Oh Padre Eterno! Por medio del Corazón de Jesús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a Vuestra Majestad; por medio de este adorable Corazón, os adoro por todos los hombres que no os adoran; os amo por todos los que no os aman; os conozco por todos los que, voluntariamente ciegos, no quieren conoceros. Por este divinísimo Corazón deseo satisfacer a Vuestra Majestad todas las obligaciones que os tienen todos los hombres; os ofrezco todas las almas redimidas con la preciosa sangre de vuestro divino Hijo, y os pido humildemente la conversión de todas por el mismo suavísimo Corazón. No permitáis que sea por más tiempo ignorado de ellas mi amado Jesús; haced que vivan por Jesús, que murió por todas. Presento también a Vuestra Majestad, sobre este santísimo Corazón, a vuestros siervos, mis amigos, y os pido los llenéis de su espíritu, para que, siendo su protector el mismo deífico Corazón, merezcan estar con vos eternamente. Amén.

Hacer aquí la petición que se desea obtener con esta novena
Oración. ¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de la adoración de los hombres y de los ángeles! ¡Oh Corazón inefable y verdaderamente amable, digno de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser fuente de todos los bienes, por ser origen de todas las virtudes, por ser el objeto en quien más se agrada toda la Santísima Trinidad entre todas las criaturas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! Yo profundísimamente os adoro con todos los espíritus de mi pobre corazón, yo os alabo, yo os ofrezco las alabanzas todas de los más amantes serafines y de toda vuestra corte celestial y todas las que os puede dar el Corazón de vuestra Madre Santísima. Amén.

ENTRONIZACIÓN

¿Qué es la entronización al Sagrado Corazón de Jesús?

“Es el reconocimiento oficial y social de la realeza amorosa del corazón de Jesús en una familia dicho reconocimiento reviste una forma sensible, a saber: se instala definitiva y solemnemente una imagen del corazón de Jesús en el lugar de honor de la casa, ofrendándole ésta sin reservas por un acto de consagración.
“Bendeciré las casa en que la imagen de mi corazón sea expuesta y honrada. Daré paz a sus familias”,   Dos promesas del Corazón de Jesús a Santa Margarita.

¿Cómo hacer la entronización?
Ceremonia familiar:
Antes de la entronización, toda la familia debe dedicar unos días a la oración familiar; durante estos días los miembros de la familia han de fijar los compromisos de vida para el futuro. 
(En estos días se han de hacer los preparativos más funcionales, tales como adquirir la imagen, hacerla bendecir, comprar flores).
Actos de la entronización:

El día de la entronización toda la familia debe oír misa y comulgar. *para el acto de la entronización se pueden tener en cuenta los elementos siguientes:

A) Colocación de la imagen adornada de flores y luces en un sitio honroso e íntimo del hogar
B) Oración: Según el guión adjunto.
c) Recita la Consagración de la familia al corazón de Jesús.
*esta recitación la hará el padre o la madre de familia, y mejor aun podría ser dialogada, de modo que lo esencial de ella sea dicho en común.

Pasos para la entronización:
1.- Por la señal + de la santa cruz, de nuestros + enemigos, líbranos Señor + Dios nuestro. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
2.- Examinemos en silencio nuestros pecados…
3.- Yo confieso…
4.- Decimos juntos: Ven, espíritu santo, / llena los corazones de tus fieles / y enciende en ellos el fuego de tu amor.
5.- Nos encomendamos al Sagrado Corazón diciendo:
Consagración del hogar¡Gloria al Corazón de Jesús,  cuya misericordia ha sido infinita con sus siervos los miembros de este hogar!No somos dignos de que entres en esta humilde morada, pero tú has dicho ya la palabra que nos alienta revelándonos tu corazón.Por eso venimos a consagrarnos a ti, corazón de Jesús.Permanece entre nosotrosQue esta casa sea tu refugio tan dulce, como el de Betania, en donde encuentres consuelo entre las almas amigas.¡Ven, Jesús, ven! Pues en este hogar se ama a María como en Nazaret.Dinos también a nosotros: “es preciso que desde hoy me des hospedaje en tu casa”.Establece aquí tu tabernáculo a cuya sombra vivamos en tu compañía nosotros que te proclamamos rey, porque no queremos que nadie reine en esta casa sino tú. Amén.¡Sagrado Corazón de Jesús,  todos en ti confiamos!
6.- Pidamos ayuda a Dios Padre:
Padre nuestro / que estas en el cielo: / santificado sea tu nombre; / venga a nosotros tu reino; / hágase tu voluntad / en la tierra como en el cielo. / danos hoy / nuestro pan de cada día. / perdona nuestras ofensas, / como también nosotros perdonamos / a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, / y líbranos del mal. / Amén.
7.- Pidamos ayuda a la Madre de Jesús:
Dios te salve, / reina y madre de misericordia, / vida dulzura y esperanza nuestra; / Dios te salve. / A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; / a ti suspiramos, /gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. / Ea, pues, señora abogada nuestra, / vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; / y después de este destierro / muéstranos a Jesús, / fruto bendito de tu vientre, / ¡oh             Clemente, oh piadosa, /oh Dulce Virgen María! Ruega por nosotros, santa madre de Dios, / para que seamos dignos de alcanzar/ las promesas de nuestro señor Jesucristo. / Amén.
8.- Renovamos Nuestra Fe Católica:
Creo en Dios, padre todopoderoso, / creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, / su único hijo, nuestro señor; / que fue concebido por obra y gracia del espíritu santo, / nació de santa María virgen; / padeció bajo el poder de poncio Pilato, / descendió a los infiernos, / al tercer día resucito de entre los muertos; / subió a los cielos, / y está sentado a la derecha de Dios padre. / Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el espíritu santo; / la santa iglesia católica; / la comunión de los santos; / el perdón de los pecados; / la resurrección de los muertos y la vida eterna. / Amén.
9.- De manera personal y en un momento de silencio le hacemos una promesa al Sagrado Corazón:
10.- Terminamos nuestra oración diciendo juntos En el nombre del padre y del Hijo y del Espíritu Santo.

Sugerencias:
Según los Papas, la entronización del Corazón de Jesús es algo exigente para el hogar. Ellos han dicho que si ella se redujera a una ceremonia pasajera, no vale la pena hacerla. 
La entronización pide a la familia consagrada:
*Oración periódica familiar (diaria o semanal) ante la imagen del Corazón de Jesús.
*Deberes familiares: compromisos en orden y bienestar en la familia, respeto, solidaridad, escuchar al prójimo, apoyo mutuo.
*Apostolado y servicio al prójimo necesitado. Los que ingresen en el hogar motivarlos también a que se consagren al Sagrado Corazón si no lo han hecho.
*No te duermas sin proponer seriamente ser mejor en algo. Haz tu acto de contrición entregándote a Dios en reconciliación cordial. Realizar antes de acostarte el examen diario de conciencia.

SAN JUAN PABLO II:
“Los exhorto a extender y a profundizar siempre más el radio de acción de nuestro apostolado en cada parroquia, comunidad o diócesis estimulando a la auténtica devoción al Sagrado Corazón, mediante la consagración de las familias”. (31, marzo, 1984).

ACTO DE CONSAGRACIÓN

¡Oh, Sagrado Corazón de Jesús!  Yo quiero consagrarme a Ti.

Sobre el  altar en que te inmolas por mi amor, deposito todo mi ser: mi cuerpo, mi alma, mis sentidos, mis pensamientos  y mi corazón, que quiere ser desde ahora para siempre todo tuyo, como Tú, ¡oh Divino Corazón!,
Te serviré por los que te ofenden; pensaré en Ti por los que te olvidan;
te amaré por los que te odian; y lloraré y me sacrificaré
por los que te blasfeman sin conocerte.

Tú, que conoces mi corazón y sabes la sinceridad de mi petición
otórgame  aquella gracia que te pido humildemente
(se reza un momento pidiendo una intención)

 Dame el triunfo en las batallas de la tierra y concédeme la paz de vivir siempre junto a ti en las alegrías eternas. Amén.

Sagrado Corazón de Jesús, Convierte a los pecadores
Sagrado Corazón de Jesús, Salva a los moribundos
Sagrado Corazón de Jesús, Libra las almas del purgatorio
Sagrado corazón de Jesús, en vos confío.


ROSARIO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
Se compone de cinco decenas, en honor a las cinco Llagas de Nuestro Señor Jesucristo:

Ánima Christi
Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Corazón de Cristo, vivifícame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo, confórtame.
¡Oh, buen Jesús! Óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de Ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
A la hora de mi muerte, llámame.
Y mándame ir a Ti.
Para que, con San José, La Virgen María,
tus Ángeles y tus Santos
Te alabe y te bendiga por los siglos de los siglos.
Amén.

En las cuentas grandes (en lugar del Padre Nuestro):Jesús, dulce y humilde de Corazón, haced el mío, semejante al Vuestro 
En las cuentas pequeñas (en lugar del Avemaría):Sagrado Corazón de Jesús: En Vos confío
Al final de cada decena (Jaculatoria): Inmaculado Corazón de María: Sé la Salvación del alma mía


Conclusión:
Corazón de Jesús: ¡Misericordia!
Corazón agonizante: Ten piedad de los moribundos
Un Padre Nuestro y un Ave María (por una persona enferma).

* Letanías al Sagrado Corazón de Jesús *
Señor, ten piedad de nosotros. 
Cristo, ten piedad de nosotros. 
Señor, ten piedad de nosotros. 
Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos 

A las siguientes invocaciones se responde: “Ten piedad de nosotros
Dios Padre celestial, … 
Dios Hijo, Redentor del mundo, …
Dios, Espíritu Santo, …
Santísima Trinidad, …
Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre, …
Corazón de Jesús, formado en el seno de la Virgen María por obra del Espíritu Santo,… 
Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo de Dios, … 
Corazón de Jesús, templo santo de Dios, … 
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo, … 
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo,...
Corazón de Jesús, horno ardiente de caridad, … 
Corazón de Jesús, santuario de la Justicia y del Amor, … 
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor, … 
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes, … 
Corazón de Jesús, digno de toda alabanza, … 
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones, … 
Corazón de Jesús, en quien se hallan todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia, … 
Corazón de Jesús, en quien reside toda la plenitud de la divinidad, … 
Corazón de Jesús, en quien el Padre se complace,...
Corazón de Jesús, de cuya plenitud, todos hemos recibido, … 
Corazón de Jesús, deseado de los eternos collados, … 
Corazón de Jesús, paciente y lleno de misericordia, … 
Corazón de Jesús, generoso para todos los que le invocan, … 
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad, … 
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados, … 
Corazón de Jesús, triturado por nuestros pecados,...
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte, … 
Corazón de Jesús, traspasado por una lanza, … 
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo, … 
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra, … 
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra, … 
Corazón de Jesús, víctima por los pecadores, … 
Corazón de Jesús, salvación por los que en ti esperan, … 
Corazón de Jesús, esperanza de los que en ti mueren, … 
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos, …
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, perdónanos Señor
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, escúchanos Señor. 
Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros. Jesús, manso y humilde de Corazón, haz nuestro corazón semejante al vuestro.

Oración: Oh Dios todopoderoso y eterno, mira el Corazón de tu amantísimo Hijo, las alabanzas y satisfacciones que en nombre de los pecadores te ofrece y concede el perdón a éstos que piden misericordia en el nombre de tu mismo Hijo, Jesucristo, el cual vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén

PRIMER JUEVES
Puesto que Cristo mismo está presente en el sacramento del Altar es preciso honrarlo con culto de adoración. “La visita al Santísimo Sacramento es una prueba de gratitud, un signo de amor y un deber de adoración hacia Cristo, nuestro Señor” (CEC 1418)

La celebración y adoración de la Eucaristía nos permiten acercarnos al amor de Dios y adherirnos personalmente a él hasta unirnos con el Señor amado. El ofrecimiento de nuestra vida, la comunión con toda la comunidad de los creyentes y la solidaridad con cada hombre, son aspectos imprescindibles de la logiké latreía, del culto espiritual, santo y agradable a Dios (cf. Rm 12,1) en el que toda nuestra realidad humana concreta se transforma para su gloria. (De SACRAMENTUM CARITATIS del Santo Padre BENEDICTO XVI)

ORACIONES PARA EL PRIMER JUEVES DE CADA MES

MI VISITA AL SANTÍSIMO
Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre mía:
Medianera de todas las gracias, a ti debo la gracia de
estar yo aquí en presencia de tu Divino Hijo. Pongo a
tus pies mi pobre oración para que Jesús la reciba
como venida de tus propias manos, y así, mis ruegos
sean agradables a sus divinos ojos.
San José, primer adorador de Dios, Humanado,
intercede por mí!

Actos de Adoración
Respuesta: ¡TE ADORO JESÚS MÍO!

Vengo, Jesús mío, a visitarte.
Te adoro en el Sacramento de tu amor.
Te adoro en todos los Sagrarios del mundo.
Te adoro, sobre todo, en donde estás más abandonado
y eres más ofendido.
Te ofrezco todos los actos de adoración que has
recibido desde la institución de este sacramento
y recibirás hasta el fin de los siglos.
Te ofrezco principalmente las adoraciones de tu Santa Madre, de San José y de las almas más enamoradas de la Eucaristía.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo, como era
en un principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén

Ángel de mi Guarda, ve y visita en mi nombre todos
los Sagrarios del Mundo. Di a Jesús muchas cosas que yo no sé decirle, y pídele su bendición para mí.

Actos de fe
Respuesta: ¡JESÚS MÍO, YO CREO EN TI!

Creo, Jesús mío, que eres el Hijo de Dios vivo, que has venido a salvarnos.
Creo que estás presente en el augusto Sacramento del Altar.
Creo que estás por amor a mí en el Sagrario, noche y día.
Creo que has de permanecer con nosotros hasta que se acabe el mundo.
Creo que bendices a los que te visitan y que atiendes los ruegos de tus adoradores.
Creo que eres el Viático de los moribundos que te
aman, para llevarlos al Cielo.
Creo en Tí, y creo por los que no creen.

COMUNIÓN ESPIRITUAL
Señor Jesús, creo firmemente que estás en el
Santísimo Sacramento. Te adoro como Dios
verdadero, aquí oculto. Por mis pecados te pido
perdón. Y porque te amo sobre todas las cosas, deseo recibirte espiritualmente en este momento.
Habiéndome unido a Ti, te doy gracias y me someto
eternamente a tu Santa Voluntad.

Actos de esperanza
Respuesta: ¡EN TI CONFÍO, SEÑOR!

Espero en Ti, Jesús mío, porque eres mi Dios, que me
has creado para el Cielo.
Espero en Ti, porque todo lo he recibido de tu bondad.
Sólo lo malo es mío.
Espero en Ti, porque eres mi Redentor.
Espero en Ti, porque eres mi Hermano y me has
comunicado tu Filiación Divina.
Espero en Ti, porque eres mi Abogado e intercedes
por mí ante Dios Padre.
Espero en Ti, porque eres mi Intercesor constantemente en la Eucaristía.
Espero en Ti, porque me has conquistado el Cielo con
tu Pasión y Muerte.
Espero en Ti, porque reparas mis deudas.
Espero en Ti, porque eres el verdadero Tesoro de las almas.
Espero en Ti, porque eres tan bueno, que me pides que confíe en Ti.
Espero en Ti, porque siempre me atiendes y me consuelas,
y nunca has defraudado mi esperanza.
Sagrado Corazón de Jesús, en Ti confío

Actos de caridad
Respuesta:¡JESÚS MÍO, YO TE AMO!

Te amo, Jesús mío, y te amo con todo mi corazón y como a nadie.
Porque Tú me amas infinitamente.
Porque Tú me has amado desde la eternidad.
Porque Tú has muerto para salvarme.
Porque Tú me amas tanto que no podrías amarme más.
Porque me haces participante de tu Divinidad y quieres que lo sea también de tu Gloria.
Porque te entregas del todo a mí en la Comunión.
Porque me das en manjar tu Cuerpo y en bebida tu Sangre.
Porque estás siempre por amor a mí en la Santa Eucaristía.
Porque me recibes siempre y nunca me rechazas.
Porque eres mi mejor Amigo.
Porque me colmas de tus dones.
Porque me tratas siempre con misericordia a pesar de
mis pecados e ingratitudes.
Porque me has enseñado que Dios es mi Padre y que
me amas mucho.
Porque me has dado por Madre a tu propia Madre.
Dulce Corazón de Jesús, haz que te ame cada día más.
Dulce Corazón de Jesús, sé mi Amor.
Te amo por los que no te aman;
Te amo por los que nunca piensan en Tí;
Te amo por los que no te visitan;
Te amo por los que te ofenden e injurian.
¡Qué pena por todo esto!

Te amo y te digo con aquél tu siervo: “¡Oh, Jesús, yo
me entrego a Tí para unirme al amor eterno, inmenso
e infinito que tienes a tu Padre Celestial! ¡Oh, Padre
Adorable! Te ofrezco todo el amor eterno, inmenso e
infinito de tu amado Hijo Jesús”. (San Juan Eudes.)

Actos de gratitud
Respuesta: ¡GRACIAS, SEÑOR, POR TODOS TUS BENEFICIOS!

¡Oh, Jesús, te doy gracias por los beneficios que me has concedido!
Yo no sabré nunca apreciarlos si no en el Cielo, y allí
te los agradeceré eternamente.
Padre Celestial, te los agradezco por tu Santísimo Hijo Jesús.
Espíritu Santo, que me inspiras estos sentimientos, a
Tí sea dado todo honor y toda gloria.
Jesús mío, te doy gracias, sobre todo, por haberme redimido.
Por haberme hecho cristiano, mediante el Santo Bautismo,
cuyas promesas renuevo.
Por haberme dado por Madre a tu propia Madre.
Por haberme dado un gran amor a tanta tierna Madre.
Por haberme dado por protector a San José, tu padre adoptivo.
Por haberme dado el Ángel de mi Guarda.
Por haberme conservado hasta ahora la vida para hacer penitencia.
Por tener estos deseos de amarte, de vivir y morir en tu Gracia.

Actos de Contrición
Respuesta: ¡JESÚS MÍO, MISERICORDIA!

Jesús mío, te pido perdón por los muchos pecados que he cometido durante mi vida.
Por los de mi niñez y adolescencia.
Por los de mi juventud.
Por los de mi edad adulta.
Por los que recuerdo y no recuerdo.
Por lo mucho que te he ofendido por ellos.
Por lo mal que me he portado contigo.
Siento mucho el haber pecado.
¡Perdóname, Señor Jesús!
Perdóname según tu gran misericordia.
Perdóname por lo ingrato que he sido para Tí.
Perdóname y no quieras acordarte ya de mis pecados.
Perdóname y limpia mi alma de tanta miseria e infidelidad.
Perdóname y ten misericordia de este pobre pecador.
Perdóname, que estoy muy arrepentido.
Perdóname, que quiero ser bueno en adelante con tu gracia.
Perdóname, y aparta tu rostro de mis ingratitudes.
Perdóname, que me causan mucho dolor mis pecados.
Perdóname, porque me reconozco pecador.
Perdóname, porque no obstante, Tú sabes que te quiero mucho.
Jesús, sé mi Salvador.
María, Madre mía, intercede por mí ante tu Divino Hijo Jesús.
Dulce corazón de María, sé mi salvación.

Actos de súplica
Respuesta: ¡TE RUEGO, JESÚS MÍO!

Te ruego, Jesús mío.
Que no me dejes, porque me perderé.
Que me persevere siempre en tu Amor.
Que estés siempre conmigo, sobre todo cuando esté en peligro de pecar y en la hora de mi muerte.
Que jamás permitas que me aparte de TI.
Que sepa padecer con resignación por TI.
Que no me preocupe si no de amarte.
Que ame también a mi prójimo.
Que ame mucho a los pecadores.
Que ame mucho a los necesitados y a los enfermos.
Te ruego, Jesús mío, que ampares: a tu Santa Iglesia
al Romano Pontífice, tu Vicario visible en la Tierra.
A los Obispos y sacerdotes.
A los Religiosos y Religiosas
A los que mandan en tu nombre.
A nuestra querida Nación.
A mis amados familiares y allegados.
Que premies a mis bienhechores.
Que favorezcas a los que ruegan por mí.
Que bendigas a los que me traten con indiferencia o no me quieran.
Que trabaje mucho por Ti, hasta mi muerte.
Que me concedas una muerte santa.
Que digas al morir: ¡Jesús, María, salvad el alma mía!
Que me lleves al Cielo cuando muera.
Amén.

VISITA A JESÚS SACRAMENTADO
Señor mío Jesucristo, que por amor a los hombres, estás de día y de noche en este Sacramento lleno de piedad y de amor, llamando y recibiendo a todos los que vienen a Ti: Creo que estás presente en el Pan Consagrado oculto en este humilde Sagrario.
Te adoro desde el abismo de mi nada
y te doy gracias por todo lo que Tú me has dado;
– te doy gracias de un modo especial,
por haberte dado Tú mismo a mí en este Sacramento;
– te doy gracias por haberme dado por Madre
espiritual a tu propia Madre;
– Te doy gracias por haberme llamado a tu Presencia
para estar ahora aquí, junto a Tí.
Adoro tu Divino Corazón;
De quien proceden tus amorosos dones;
– y desde aquí quiero adorarte en tu presencia
Eucarística, que envuelve toda la tierra.
Jesús mío, te amo de todo corazón;
Me arrepiento de haberte ofendido.
Prometo serte fiel en adelante;
– Y… miserable como soy
Me consagro todo a Tí:
Te entrego mi voluntad, mis afectos,
mis pensamientos, y todas mis cosas;
– Haz lo que quieras de mí y de todo lo mío;
Sólo te pido y deseo tu infinito amor,
y tu ayuda para cumplir siempre la voluntad de Dios
y perseverar así hasta el final de mi vida.
Amado Salvador mío, uno mi corazón a tu Corazón,
y así reunidos los ofrezco al Eterno Padre,
en amorosa oblación y entrega total. Amén.
San Alfonso María de Ligorio

ORACIÓN FINAL
Jesús mío, dame tu Bendición antes de retirarme y que el recuerdo de esta visita que acabo de hacerte, permanezca en mi memoria y me anime a amarte más y más. Haz que cuando vuelva a visitarte, vuelva más santo. Aquí te dejo mi corazón para que te adore constantemente y lo hagas más agradable a tus divinos ojos. Adiós, Jesús mío.

Santísima Virgen, Madre de Dios y Madre mía, que por tu intercesión he alcanzado la gracia de realizar esta adoración, concédeme que pueda repetirla
todos los días de mi vida. San José, Patrono de la Iglesia Universal, ruega por
nosotros.
¡JESÚS, MARÍA, OS AMO: SALVAD LAS ALMAS!

PRIMER VIERNES

NUEVE PRIMEROS VIERNES PROMESAS DE NUESTRO SEÑOR A los que vivan la devoción a su Sagrado Corazón A partir de la primera revelación, Santa Margarita María Alacoque sufriría todos los primeros viernes de mes, hasta su muerte, la experiencia mística de la llaga del costado de Jesús. Estos eran los momentos particularmente elegidos por el Señor para manifestarle lo que quería de ella y para descubrirle los secretos de su amable Corazón.

Propósito de la devoción: Reparación al Corazón de Jesús.
Las promesas de Jesús dada por medio de Santa Margarita María Alacoque a los que practicaran y propagaran dicha devoción. Incluye la promesa a quienes comulguen nueve primeros viernes de mes.

El motivo principal de la devoción debe ser el amor a Jesús y no solo las promesas ligadas a ella. Sin embargo si el mismo Jesús quiso darnos un aliciente con sus promesas, podemos legítima y provechosamente apoyarnos también en ellas para fortalecer nuestra débil voluntad para todo lo que es el servicio de Dios.

Para ganar esta gracia debemos:  
1-Recibir sin interrupción la Sagrada Comunión durante nueve primeros viernes consecutivos.  
2-Tener la intención de honrar al Sagrado Corazón de Jesús y de alcanzar la perseverancia final.  
3-Ofrecer cada Sagrada Comunión como un acto de expiación por las ofensas cometidas contra el Santísimo Sacramento.  
4-Oración: “Oh Dios, que en el corazón de tu Hijo, herido por nuestros pecados, has depositado infinitos tesoros de caridad; te pedimos que, al rendirle el homenaje de nuestro amor, le ofrezcamos una cumplida reparación. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén. 
Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío.”

ORACIÓN PARA DESPUÉS DE CADA UNA DE LAS COMUNIONES DE LOS NUEVE PRIMEROS VIERNES
Jesús mío dulcísimo, que en vuestra infinita y dulcísima misericordia prometisteis la gracia de la perseverancia final a los que comulgaren en honra de vuestro Sagrado Corazón nueve primeros viernes de mes seguidos, acordaos de esta promesa y a mi, indigno siervo vuestro que acabo de recibiros sacramentado con este fin e intención, concededme que muera detestando todos mis pecados, creyendo en vos con fe viva, esperando en vuestra inefable misericordia y amando la bondad de vuestro amantísimo y amabilísimo Corazón.  Amén.

ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS VIERNES
Jesús mío, os doy mi corazón, os consagro toda mi vida, en vuestras manos pongo la eterna suerte de mi alma y os pido la gracia especial de hacer mis nueve primeros Viernes con todas las disposiciones necesarias para ser partícipe de la más grande de vuestras promesas, a fin de tener la dicha de volar un día a veros y gozaros en el cielo. Amén.

ORACIONES PARA LOS NUEVE VIERNES

PRIMER VIERNES. 
Yo te prometo, en el exceso de la misericordia de mi corazón, que mi amor omnipotente concederá a todos los que comulguen los primeros viernes de mes, durante nueve meses consecutivos, la gracia de la penitencia final, y que no morirán en mi desgracia, ni sin recibir los Santos Sacramentos, asegurándoles mi asistencia en la hora postrera.

¡Oh buen Jesús, que prometisteis asistir en vida, y especialmente en la hora de la muerte, a quien invoque con confianza vuestro Divino Corazón! Os ofrezco la comunión del presente día, a fin de obtener por intercesión de María Santísima, vuestra Madre, la gracia de poder hacer este año los nueve primeros viernes que deben ayudarme a merecer el cielo y alcanzar una santa muerte. Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón… Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,…

SEGUNDO VIERNES.
Les daré todas las gracias necesarias a su estado.

Jesús misericordioso, que prometisteis, a cuantos invoquen confiados vuestro Sagrado Corazón, darles las gracias necesarias a su estado: os ofrezco mi comunión del presente día para alcanzar, por los méritos e intercesión de vuestro Corazón Sacratísimo, la gracia de una tierna, profunda e inquebrantable devoción a la Virgen María.

Siendo constante en invocar la valiosa providencia de María, Ella me alcanzará el amor a Dios, el cumplimiento fiel de mis deberes y la perseverancia final. Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón… Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,…

TERCER VIERNES
Pondré paz en las familias. Bendeciré los lugares donde se venera la imagen de mi Corazón.

Jesús amantísimo, que prometisteis bendecir las casas donde se venera la imagen de vuestro Sagrado Corazón, yo quiero que ella presida mi hogar; os ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por vuestros méritos y por la intercesión de Vuestra Santa Madre que todos y cada uno de los miembros de mi familia conozcan sus deberes; los cumplan fielmente y logren entrar en el cielo, llenas las manos de buenas obras.

¡Oh Jesús, que os complacéis en alejar de nuestro hogar las disensiones, las enfermedades y la miseria! Haced que, vuestra vida sea una no interrumpida acción de gracias por tantos beneficios. Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón… Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,…

CUARTO VIERNES 
Seré su consuelo en todas las tribulaciones.

Jesús mío, que prometisteis consuelo a cuantos a Vos acuden en sus tribulaciones: os ofrezco mi Comunión del presente día para alcanzar de vuestro Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de vuestra Madre Santísima la gracia de venir al Sagrario a pedir fuerza y consuelo cuantas veces me visiten las penas. 

¡Oh Jesús, oh María, consolad y salvad a los que sufren! ¡Haced que ninguno de sus dolores se pierda para el cielo! Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón… Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,…

QUINTO VIERNES
Derramaré copiosas bendiciones en todas sus empresas.

Jesús mío, que prometisteis bendecir los trabajos de cuantos invoquen confiados Vuestro Divino Corazón: os ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por vuestra Santísima Madre la gracia de que bendigáis mis estudios, mis exámenes, mi oficio, y todos los trabajos de mi vida.

Renuevo el inquebrantable propósito de ofreceros cada mañana al levantarme, y por mediación de la Santísima Virgen, las obras y trabajos del día…, y de trabajar con empeño y constancia para complaceros y alcanzar en recompensa el cielo. Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón… Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,…

SEXTO VIERNES
Los pecadores hallarán en mi Corazón un océano de misericordia.

Sagrado Corazón de Jesús, siempre abierto a los pecadores arrepentidos: os ofrezco la comunión del presente día para alcanzar por vuestros méritos infinitos y por los de vuestra Santísima Madre la conversión de cuantos obran mal. Os suplico, ¡buen Jesús!, inundéis su corazón de un gran dolor de haberos ofendido.

Haced que os conozcan y os amen. Dispensadme la gracia de amaros más y más y en todos los instantes de mi vida, para consolaros y reparar la ingratitud de quienes os olvidan. Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón… Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,…

SÉPTIMO VIERNES
Las almas tibias hallarán fervor. Las almas fervorosas llegarán presto a la perfección.

Sin vuestro auxilio, Jesús mío, no podemos avanzar en el camino del bien. Señor, por mediación de la Virgen María, os ofrezco la comunión de este día para que avivéis en mi alma el amor a vuestro Corazón Sagrado y concedáis este amor a cuantos no lo sienten. Ayudado de vuestra divina gracia lucharé, Señor, para que cada semana, cada mes, avance un poco en la virtud que más necesito. Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón… Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,…

OCTAVO VIERNES
Daré a cuantos trabajan por la salvación de las almas el don de ablandar los corazones más endurecidos.

Sagrado Corazón de Jesús, que prometisteis inspirar a los que trabajan por la salvación de las almas aquellas palabras que consuelan, conmueven y conservan los corazones; os ofrezco mi comunión de hoy para alcanzar, mediante la intercesión de María Santísima, la gracia de saber consolar a los que sufren y la gracia de volver a Vos, Señor, a los que os han abandonado.

¡Dulce Salvador mío, concededme y ayudadme a salvar almas! ¡Son tantos y tantos los desgraciados que empujan a los demás por el camino del vicio y del infierno! Haced, Señor, que emplee toda mi vida en hacer mejores a los que me rodean y en llevarlos conmigo al cielo. Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón… Oración para después de la Comunión: Jesús mío dulcísimo,…

NOVENO VIERNES
Guardaré recuerdo eterno de cuanto un alma haya hecho a mayor gloria de mi Corazón. Los que propaguen esta devoción tendrán su nombre escrito en mi Corazón, de donde no será borrado.

Os ofrezco, Jesús mío, la Comunión del presente día para alcanzar la gracia de saber infundir en el alma de cuantos me rodean ilimitada confianza en vuestro Corazón Divino. Dadme cuanto necesito para llevar a Vos a los que luchan, a los que lloran, a los caídos, a los moribundos. Y dignaos, ¡oh Jesús!, escribir hoy mi nombre en vuestro Corazón y decir a los ángeles que rodean vuestro Tabernáculo: Este nombre es el de un devoto que, amándome mucho, quiere consolarme del olvido e ingratitud de tantos hombres. Amén.

Oración Final: Jesús mío, os doy mi corazón…